martes, 29 de noviembre de 2011

No es una batalla perdida

Entre las cuatro que conformamos el grupo hemos llegado a la “optimista” conclusión de que la paz en el mundo es imposible, pura utopía. Las razones que respaldan esta conclusión son diversas pero se reducen a una realidad: el hombre sigue manteniendo los mismos ideales que los que tenía en la caverna. A pesar de todo lo que hemos progresado y la civilización que hemos conseguido, el hombre sigue tan insatisfecho como siempre. Tiene una sed insaciable de poseer cada vez más. He aquí el problema: llegará un momento en el que querrá lo del otro y ahí es donde entra el conflicto.

Este conflicto se nutre de nuestra insatisfacción, envidia, egoísmo, falta de empatía, ingratitud, orgullo, miedo y desconfianza (contrario al miedo).

Hoy en día lo que se busca es el éxito, la fama, el dinero (no esa fuerza bruta anteriormente mencionada) lo cual es más nocivo porque llega a atacar la autoestima del individuo. Se han establecido unos prototipos de hombres y mujeres perfectos (modelos, cantantes, actores…), inalcanzables y ficticios. Solo conocemos la faceta retocada de ellos, pero detrás de ese montaje se esconde la realidad; son seres humanos, ¡con virtudes y defectos!

Lo que queremos decir con el párrafo anterior es que al estar continuamente pensando en cosas superficiales, descuidamos nuestro interior, perdiendo la paz correspondiente. ¿Y cómo podemos aspirar a que haya paz a nuestro alrededor si personalmente no la cuidamos?

Para llegar a esa paz interior primero debemos valorarnos y aceptarnos tal y como somos, para posteriormente poder dar lo mejor de nosotros mismos a los demás. Esto supone la verdadera caridad; velar por el bien de los que nos rodean sin estar siempre esperando algo a cambio. Así mismo, se crea una atmósfera de seguridad, confianza y generosidad. Esto último se verá reforzado por la empatía, con la que somos capaces de comprender las distintas realidades de las personas que nos rodean.

Conociendo los matices que envuelven los actos de los demás, podemos ser capaces de interpretarlos mejor, de no juzgar a los demás con la dureza propia de la ignorancia y del afán de superioridad, que a veces se deja ver en el ambiente. Es entonces cuando surgen los conflictos ya sean personales, nacionales, internacionales o mundiales.

En conclusión, cuando se logra esa paz interior que ayuda al individuo a salir de sí mismo y a darse a los demás, se podrá ser y ayudar a los demás a ser felices. También, nos gustaría resaltar que aunque en el mundo no haya una paz absoluta no quiere decir que las personas dejen de luchar por la causa.

martes, 1 de noviembre de 2011

La familia...tu vida

Me paro a pensar en el título de este ensayo: “La familia como pieza clave”, y me han venido a la cabeza cada uno de los miembros de mi familia. Nunca se me habría ocurrido definirla así, pero me gusta, y veo que es acertada, porque para mí, sí que es una pieza clave, pues gracias a mis padres y hermanos he sido una persona feliz todos estos años y ellos han hecho posible que yo sea quien soy y como soy.


Cuando oímos la palabra familia, seguro que cada uno siente algo diferente, pues la familia es de cada uno y cada persona se identifica con la suya. Yo he nacido en una familia de ocho miembros y en ella he podido ver entrega, generosidad, alegría y unidad y quizá sean estas cuatro palabras las que yo utilizaría para definir a mi familia. Entrega, porque mis padres han tenido que rechazar a muchas cosas por nuestro bien o, simplemente, por nuestra educación. Generosidad, por todas aquellas cosas buenas que nos han dado e incluso porque nos han enseñado a vivir esta virtud. Alegría, porque cuando uno piensa en el otro, siempre se siente mejor y eso, en las familias grandes hay que hacerlo mucho, porque si cada uno va a su “rollo”, no hay nada que hacer. Y unidad, porque en una familia todos van “a una”, tanto cuando hay una alegría, como cuando se está atravesando un problema familiar o una tristeza que incumbe a uno o a todos.

En nuestra familia es donde nos enseñan a querer a las personas como son, a dar de nuestro tiempo a los demás, a respetar el punto de vista del otro, a no reírse de los defectos del prójimo, a aceptarnos tal y como somos y además, es ese lugar donde es fácil volver a empezar ante una caída, porque a cada uno se le quiere por lo que es, no por lo que tiene o hace bien. También, cuando tenemos algún problema serio de verdad a quien acudimos de primeras es a nuestra familia, pero… ¿Por qué? Porque ellos son los que mejor nos conocen y quienes pueden tener soluciones para nuestros problemas y saben cómo podemos afrontar o saltar una barrera por muy alta que sea, sabiendo que ellos serán los primeros que nos ayudarán a saltarla, siempre que puedan.

A veces podemos ir por la calle y escuchar que la gente dice frases como estas: “la sociedad de hoy en día está muy mal”, “los jóvenes son unos mal educados”, etc., pero si nos paramos a pensar en el por qué de estos enunciados tan en boca de todos y buscamos la raíz del problema, es fácil llegar a la conclusión de que es en la familia donde se cuaja la vida de cada persona. Por lo tanto, en función de cómo hayan transcurrido los años previos, esos niños (que son los jóvenes y adultos de hoy en día), quizá aprendieron unas cuantas cosas, pero a lo mejor otras se quedaron por el camino. Por eso los padres, primeros educadores de los niños, tienen que esmerarse en el campo de la educación de sus hijos, ya que de ellos depende el futuro de la sociedad, pues son los que están educando o formando a los miembros que la formarán o incluso que la gobernarán.

Finalmente, qué importante es que la familia esté bien “apiñada” entre sus miembros, porque no son pocas las veces que hemos visto ejemplos de familias que se rompen quedando heridas sus vidas hasta el final. Es por eso por lo que la familia es algo muy preciado y que hay que cuidar, ya que, en función de cómo esté el motor, nuestra vida irá hacia adelante o hacia atrás. Por lo tanto, dedica algo de tu tiempo a los tuyos, sonríe aunque el día haya sido malo, quiere a todos por igual y da gracias por esas personas que siempre están y estarán junto a ti por muy lejos que estés.